El elefante sentado en la sala…

“El Elefante Sentado en la Sala” es una metáfora que alude a una situación que es evidente para todos los involucrados, pero que nadie quiere ver o de la que no se quiere hablar. En las relaciones de pareja, es ese tema que está corroyendo la relación por dentro, pero que ninguno quiere tocar por temor a que la situación empeore. Si tan solo aprendiésemos a tener conversaciones difíciles, poniendo las emociones por delante, sin atacar al otro, sino simplemente diciendo cómo nos estamos sintiendo con ese tema y reconociendo que es necesario que lo resuelvan para el bien de ambos, tendríamos relaciones de pareja más sanas.

En las familias sucede lo mismo, escuchamos al elefante, pero miramos en otra dirección, y nos preguntamos ¿escuchaste algo? si, quizás el perro del vecino. Puede ser un miembro de la familia que lleva una vida disociada, con adicciones, o comportamientos disfuncionales. Hasta que llega el día de la crisis en la que el elefante se manifiesta en toda su plenitud, y acaba destruyendo la estructura de la sala, y la de la familia, pero en el fondo, todos sabían que ese momento iba a llegar.

En las empresas se da de distintas maneras, puede ser el comportamiento de un socio, la existencia de ejecutivos disfuncionales, o el marketing corporativo que va en alguna dirección que todos saben no se condice con la realidad. En las organizaciones hay muchos elefantes sentados en las distintas áreas que las componen. Muchas decisiones de corto plazo para llegar al KPI tienen que ver con el elefante. Llegar al número rompiendo la cadena de pagos del distribuidor, o pagarles a las comunidades para levantar bloqueos y continuar produciendo, cuando en el fondo, todos saben que estas medidas a la larga van a perjudicar a la empresa.

Como consultores, nuestra permanente obligación es justamente apuntar al elefante, y ayudar a que ese tema sea tratado de la mejor manera posible. Recuerdo una empresa con la que trabajamos hace muchos años, en cuyos talleres la mayor parte de asistentes mencionaban en privado los problemas de corrupción que existían, pero nadie lo decía en público. Por supuesto que elevamos el tema con el CEO, quien nuevamente, miró hacia otro lado, y esa fue la última vez que trabajamos con ellos. Al poco tiempo estalló la bomba atómica, llevándose consigo toda la sala y a todos los que miraron en otra dirección.

Como bien señala Neus Arqués en un pequeño artículo sobre este tema, el dilema en una empresa no es tan sencillo, ya que tocar ese tema del que nadie quiere hablar, te podría generar un ostracismo en el grupo. Quizás, como señala este autor, la mejor estrategia sería empezar a generar “aliados” que sí están viendo al elefante, para poco a poco generar un movimiento de opinión que nos lleve a visibilizarlo, reconocerlo, y decidir como lidiamos con él.

Recuerden que a la larga, el elefante se va a hacer visible para todos, así que es mejor no taparlo con el dedo, y tomar acción.

Eduardo Moane

Jul, 03, 2022

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